Escudo espacial
Noam Chomsky
La instalación de un sistema de defensa anti-misiles en Europa del este es virtualmente una declaración de guerra.
Simplemente imaginese cómo reaccionarían los Estados Unidos si Rusia o China o Irán, o de hecho cualquier poder extranjero, osara siquiera pensar en colocar un sistema de defensa anti-misiles en sus fronteras o cerca de ellas, llevando a cabo tales planes por su cuenta. En esas inimaginables circunstancias, una reacción violenta de los EE.UU. sería no solo casi segura, sino también comprensible, por razones que son simples y claras.
Es bien sabido en todas partes que un sistema de defensa anti-misiles es un arma de vanguardia ofensiva. Respetados analistas militares de los Estados Unidos describen la defensa anti-misiles como “no simplemente un escudo protector, sino un facilitador de la acción de Estados Unidos”. “Facilitará la aplicación más efectiva del poder militar americano en el extranjero”. “Preservando nuestra patria de represalias, (el sistema anti-misiles) asegurará la capacidad y la voluntad de los Estados Unidos de configurar este escenario en algún otro lugar.” “El sistema de defensa anti-misiles no pretende realmente proteger América. Es una herramienta para la supremacía global.” “El sistema de defensa anti-misiles trata de preservar la capacidad americana de ejercer el poder fuera de sus fronteras. No se trata de defensa, se trata de ataque. Y por eso es exactamente por lo que lo necesitamos.” Todas las citas provienen de respetadas fuentes liberales dominantes, que son partidarias de desarrollar el sistema y colocarlo en los límites remotos de la supremacía global de los EE.UU.
La lógica es simple y comprensible. Un sistema de defensa anti-misiles que funcione informa de potenciales objetivos: “os atacaremos cuando queramos, y no seréis capaces de tomar represalias, de manera que no podéis impedirlo”. El sistema está siendo promocionado en Europa como una defensa contra los misiles iraníes. Incluso si Irán tuviera armas nucleares y misiles de largo alcance, las probabilidades de usarlos para atacar Europa son más bajas que las de que Europa sea golpeada por un asteroide. Así pues, si la razón es de defensa, la Republica Checa debería estar instalando un sistema para defender el país de los asteroides. Si Irán diera la más ligera muestra de tales movimientos, el país sería reducido a polvo. El sistema apunta en realidad a Irán, pero como un arma de ataque. Es un componente de la escalada de amenazas de los EE.UU. de atacar Irán, amenazas que son en sí mismas una seria violación de la Carta de las Naciones Unidas, aunque este tema no se plantea cuando se trata de estados proscritos.
Cuando Gorbachov permitió a la Alemania unificada unirse a una alianza militarmente hostil, estaba aceptando una amenaza muy grave para la seguridad de Rusia, por razones demasiado familiares para ser revisadas. Como contrapartida, el gobierno de los Estados Unidos realizó un firme compromiso de no expandir la OTAN hacia el este. El compromiso fue violado unos años más tarde sin mayores comentarios en el oeste, pero elevando la amenaza de confrontación militar. El llamado sistema anti-misiles eleva unos grados más la amenaza de Guerra. La “defensa” que proporciona consiste en incrementar la amenaza de agresión en el Medio Oeste, con incalculables consecuencias, y la amenaza de una guerra nuclear terminal.
Hace aproximadamente medio siglo Bertrand Russell y Albert Einstein emitieron un llamamiento extraordinario a la gente de todo el mundo, advirtiéndoles que se enfrentaban a una elección que es “dura, atroz e ineludible: ¿pondremos un final a la raza humana; o renunciará la humanidad a la guerra?”. Aceptar el llamado “sistema de defensa anti-misiles” inclina la elección en favor del final de la raza humana, quizá en un futro no muy lejano
De una carta a Jan Tamáš
Noam Chomsky
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