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Escudo espacial

La irracional logica de la guerra, segunda parte

2.1.2009 - Guillermo Sullings - www.nacionhumana.org

jueves, 01 de enero de 2009

Por Guillermo Sullings

Publicamos una segunda parte de la nota de Guillermo Sullings  respecto al bombardeo de Gaza.

Este material es complementario del anterior, en el que su autor amplia algunos conceptos.
 
Hace pocos días, con motivo de los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza, como parte de una escalada bélica que aún sigue cobrando vidas, elaboré un comunicado denunciando este ataque en particular, y la violencia en general, en mi condición de vocero del Humanismo en Argentina.

Quisiera antes que nada pedir disculpas, si alguna persona como parte del pueblo israelí, o solidarizada con él, se haya sentido ofendida y haya interpretado que esta denuncia estaba particularmente dirigida contra ese pueblo, (A pesar de que en este comunicado también se hacía explícita referencia crítica, a la violencia de Hamas.)

Sería oportuno en ese caso, además, pedir disculpas a otros pueblos que pudieran haberse sentido molestos, o atacados, cuando como humanista me he referido a ciertos hechos de violencia, en diversas conferencias, foros, o comunicados de prensa, en los últimos años. Espero no haber ofendido a los creyentes católicos, cuando me he referido a los crímenes y persecuciones perpetrados por la Santa Inquisición. O a los pueblos musulmanes, cuando he repudiado los sangrientos atentados a la Embajada Israelí y a la AMIA en Argentina, o a las Torres Gemelas en USA. Y espero no haber ofendido al pueblo de USA, cuando en reiteradas ocasiones he criticado la política imperial de su gobierno, las invasiones a Irak y Afganistán, y tantos genocidios, empezando por Hiroshima y Nagasaki. Y hablando de genocidios, espero no haber ofendido al pueblo turco al haberme referido alguna vez al genocidio armenio.

Como así tampoco a los genuinos militantes comunistas, al hablar de los genocidios en Camboya, o en la Unión Soviética stalinista; o a algunos bienintencionados capitalistas, al hablar del genocidio que significa el hambre en el mundo, por la mala distribución de la riqueza en este sistema. Y supongo que a esta altura, ningún alemán se habrá sentido ofendido, por haber condenado en reiteradas ocasiones al Holocausto perpetrado por los nazis contra el pueblo judío.

Y también creo oportuno pedir disculpas por las seguras omisiones, de tantos hechos de violencia que ha habido y hay en este planeta, a los cuales no he tenido capacidad material como para referirme específicamente, y tan sólo han sido incluidos en el marco de reiteradas denuncias a la violencia en general.

Y hago todas estas aclaraciones, porque sigo creyendo que para poder algún día terminar con la violencia en el mundo, es necesario comprender la raíz de la misma y aumentar el nivel de tolerancia, para de ese modo avanzar hacia la reconciliación. Y para comprender la raíz de los diversos hechos de violencia, hay que profundizar y animarse a definir posiciones, aún a riesgo de equivocarse. Porque sería muy fácil pedir por la paz en general, sin mencionar a nadie, y así quedar bien con todos; pero no creo que sirva para ayudar a comprender. Creo que el intento de profundizar nos lleva al debate, y si el debate es con tolerancia, todos podemos ganar en comprensión, porque nadie tiene la verdad absoluta, pero si la posibilidad de mostrar verdades parciales, para construir una verdad común a todos.

Retomando el conflicto entre israelíes y palestinos, considero que ambos pueblos tienen derecho a vivir en paz, y tienen derecho a un territorio. Si su historia, su cultura, su religión y sus tradiciones, los han llevado a sentir como propia una misma región, el desafío debiera ser aprender a convivir con tolerancia y cooperación, (con fronteras o sin fronteras, porque eso se resolverá del mejor modo si existe la buena voluntad), y dejar de creer que la solución es la expulsión de unos, o el exterminio de otros.

Esta solución pacífica, aparentemente hoy tan remota, está en el fondo del corazón de cada madre que ha perdido a sus hijos, o de aquella que tiene temor a perderlo. Está en algún espacio de la mente de cada hombre que quiere definitivamente poder trabajar en paz. Está en la tierna mirada de cada niño, que quisiera disfrutar de su infancia sin saber lo que significa la palabra guerra.

El problema es que en el corazón y en la mente humana también anidan el resentimiento, la sed de venganza, la intolerancia, la discriminación y el egoísmo. Y ocurre que  muchas veces los gobernantes, o los líderes políticos, sociales o religiosos, sienten que potenciando los aspectos negativos de los seres humanos, sacarán mejor provecho para sus propias ambiciones de poder.

Queda en los pueblos entonces la decisión de apelar a lo mejor de sí, para construir un futuro de vida, o dejarse llevar por lo peor, y continuar con este suicidio colectivo que lleva al mundo hacia un desastre (y aquí ya no me refiero con exclusividad al conflicto árabe-israelí). Y si la gente apela a lo mejor de sí, debiera reconsiderar el apoyo que le brinda a ciertos líderes y ciertos gobernantes, porque muchos de ellos son los que los están enterrando en el pantano de una guerra sin fin. Y debieran considerar también que el arma que mató a sus seres queridos, no fue disparada solamente por el bando enemigo, porque tal vez también fue, en cierto modo, indirectamente disparada por la violencia de sus propios líderes.

A esto nos queremos referir cuando hablamos de la “irracional lógica de la guerra”. Porque así como un bombardeo israelí puede justificarse por los ataques de Hamas; así también los ataques de Hamas, podrían justificarse como una resistencia justa ante la ocupación de un territorio que consideraban propio. Y esa ocupación del territorio por parte de Israel, a su vez podría justificarse por anteriores ataques árabes, en la historia reciente, o por las milenarias persecuciones que ha sufrido el pueblo hebreo a lo largo de su historia.

Desde el punto de vista de la “irracional lógica de la guerra”, siempre habrá buenas razones para atacar, razones que muchas veces se irán perdiendo en la historia, en una cadena interminable de acciones y reacciones, con las cuales se podría fundamentar la guerra permanente, hasta terminar en el paulatino suicidio colectivo de la guerra convencional, o en un fulminante suicidio nuclear.

No es con esta lógica irracional, de pretender lograr la paz con la violencia, que se llegará a vivir en paz; es como pretender apagar un fuego con gasolina. Es por ello que se debiera comprender, que cuando los humanistas denunciamos un hecho de violencia, no lo hacemos para demonizar al ocasional autor de ese hecho particular, sino para señalar un eslabón más de la cadena de violencia.

¿Acaso ha podido terminar con la violencia del terrorismo, la política belicista de USA y sus aliados? ¿Acaso ha podido terminar con la injusticia en el mundo, la despiadada violencia del terrorismo?

Hay que buscar otro camino para terminar con la violencia, y los humanistas estamos tratando de hacer nuestro modesto aporte en ese sentido, apostando a la tolerancia, a la reflexión y la toma de conciencia.

Y para esta toma de conciencia, no solamente hay que señalar todos los hechos de violencia (sin justificarlos en la violencia del otro), sino que, además, hay que trabajar para desactivar la raíz de la violencia, que siempre queda como una brasa encendida, agazapada para un nuevo incendio.

Y como la raíz de la violencia es muy compleja, y en definitiva se nutre del comportamiento humano, hay que trabajar en muchos niveles para comprenderla y resolverla. Hay que trabajar en el nivel individual, para que cada cual detecte su propia violencia y pueda desactivarla en un trabajo reconciliatorio. Hay que trabajar sobre el nivel social, para que nuestra sociedad deje de ser una fábrica de monstruos, a los cuales se reprime en vano, ya que por cada monstruo detenido aparecen 10 más. Si no se trabaja sobre las injusticias sociales, sobre los paradigmas del individualismo, y sobre la falta de futuro de los jóvenes, nada se logrará con el incremento de las fuerzas policiales o con leyes penales más severas. Del mismo modo, si no se trabaja con las injusticias en el mundo, con la intolerancia, con la indiferencia, con el resentimiento, no se podrá desactivar el germen de las guerras.

A los pueblos les cabe la responsabilidad de tomar conciencia de esto, y actuar en consecuencia en lo que esté a su alcance. Pero a los gobiernos les cabe la responsabilidad de actuar sobre los problemas sociales en cada país, y los problemas entre países. Y cuanto más poderosos son esos países, más responsabilidad tienen sus gobiernos, porque son los que, conciente o inconscientemente están sosteniendo la actual situación de cosas, y son los que tienen mayor poder para cambiarla si quisieran, o si los pueblos se lo exigieran.

Se sabe que solamente con el 10 % de lo que se destina en el mundo en gastos de armamentos, se podría terminar con el hambre en el mundo, ¿Cuántos problemas más se podrían resolver con el resto?. Si los gobiernos que gastan en armas hicieran eso, habría muchos menos conflictos armados, pero no solamente porque habría menos armas, sino porque habría muchos menos problemas por los cuales justificar las guerras.

Es en ese contexto que podríamos decir que en el actual conflicto entre israelíes y palestinos, si bien la responsabilidad sobre la escalada de violencia es compartida por ambos bandos, y si bien en el reciente recrudecimiento de violencia, aparece clara la responsabilidad de Hamas que nunca cesó de atacar, y si bien los derechos de ambos pueblos son genuinos, es innegable que el gobierno de Israel es el que tiene mayores elementos y mayor poder como para trabajar por la resolución de la raíz más profunda del problema. Y es en este contexto que el pueblo de Israel, al identificarse con sus gobernantes y darles su apoyo, debiera saber diferenciar, hasta qué punto lo están conduciendo hacia la paz, y hasta que punto lo están conduciendo a un callejón sin salida. Y desde luego que tal análisis se dificulta cuando desde los líderes del otro bando apuestan una y otra vez a la violencia, pero hay que aprender a ver el proceso que llevan las cosas, de donde vienen, y hacia donde van.

Porque algunos dirigentes de Israel, no todos, y mucho menos su pueblo, pero si algunos dirigentes, a veces toman decisiones bélicas en función de campañas electorales, aunque para hacerlo siempre tengan el argumento de los ataques del otro bando (que también se maneja por intereses particulares).

Porque algunos dirigentes de Israel, no todos, y mucho menos su pueblo, pero si algunos dirigentes, se han aliado con los peores dirigentes de USA, de donde ha llegado en los últimos 50 años una ayuda de más de 250.000 millones de dólares, entre ayuda directa, préstamos condonados y acuerdos tecnológicos, y buena parte de esos recursos han sido destinados para convertir a Israel en la principal potencia militar de la región. Una región que por una parte es hostil a Israel (y eso podría justificar para algunos un mayor gasto de defensa), pero que también es estratégica para los intereses de algunos poderes de USA, por los recursos energéticos que posee. En otras palabras, de alguna manera Israel termina siendo, a través de estas alianzas entre grandes poderes, a los que poco les interesa lo que pase con los pueblos, una pieza clave en el tablero del poder mundial. Y todo esto coloca al conflicto con los palestinos, en un contexto mucho más amplio, que es necesario comprender si se lo quiere resolver.

Es en este contexto más amplio, que también el pueblo palestino, (y también el libanés por su proximidad), se han terminado transformado en “carne de cañón”, de los intereses de los fundamentalistas más violentos. Que no son lo mismo que el pueblo musulmán, aunque en estos tiempos todo se confunda, y la irracionalidad se vuelva contagiosa.

Como ya anticipara Silo en 1993 (Sexta Carta a mis Amigos): “El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos”.

Entonces, hay que comprender que este campo de batalla, necesariamente se ubica en el contexto de una confrontación violenta mundial y generalizada, que impide resolver las cosas por la vía pacífica. Y hay que comprender que esta confrontación generalizada, que está llevando al mundo hacia el desastre, no es una confrontación querida por los pueblos, sino, como dice Silo, entre la irracionalidad del gran capital y la de los fanatismos.

Entonces los pueblos, deberíamos hacer un esfuerzo por comprender que no nos tenemos que dejar llevar por los irracionales de ambos bandos, aunque nos expliquen su violencia con los argumentos de la irracional lógica de la guerra. Porque argumentos para esa lógica, siempre habrá, en el presente, o en la historia.

Mejor busquemos argumentos en el futuro, para alcanzar la paz, porque los aparentes costos de la paz, lo que supuestamente se debe ceder para lograrla, siempre será menos valioso que una sola vida humana.

Guillermo Sullings
Vocero del Humanismo en Argentina
01/01/2009

http://www.nacionhumana.org/index.php?option=com_content&task=view&id=555&Itemid=1

http://pazesfuerza.wordpress.com/2009/01/02/fotos-de-protestas-alrededor-del-mundo-por-la-escalada-violenta-en-gaza/


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