Escudo espacial
Manifiesto de la campaña „YO SOY EL PRÓXIMO“
Primero vinieron para llevarse a los inmigrantes
Y me quedé callado porque eran antipáticos
Luego vinieron para llevarse a los gitanos
Y fui feliz porque robaban
Luego vinieron para llevarse a la gente sin hogar
Y no dije nada porque yo tenía hogar
Luego vinieron para llevarse a los homosexuales
Y me sentí aliviado porque me fastidiaban
Luego, un día vinieron para llevarme a mí
Y ya no había nadie para protestar.
El viento de la discriminación, siempre latente en Italia así como en Europa, hoy parece que circule libremente en las calles y en las casas de nuestras ciudades y pueblos. Este viento, que parece no tener frenos, nos puede afectar en cada momento: es suficiente ser una persona africana, asiática o de la Europa del Este en busca de trabajo, o una chica que vive en un campamento Roma, es suficiente ser una madre que no tiene hogar, o un joven que ama a otro joven del mismo sexo, para que el viento helado de la discriminación golpee con fuerza.
La discriminación es hija del egoísmo. El egoísmo es básicamente un error de cálculo: se expresa cada vez que creemos que recibir es más que dar.
Por eso un inmigrante es aceptado solo cuando llena la billetera de un italiano ofreciendo sus brazos para ser explotado realizando trabajos que ya nadie quiere hacer; por eso mismo un inmigrante es aceptado solo cuando cuida a ancianos que ya nadie quiere atender.
Cuando se trata de recibir todo está bien. Cuando, al contrario, se trata de dar, como en el caso de otorgar a los inmigrantes todos los derechos fundamentales de un ser humano, entonces los inmigrantes no son aceptados. Se resaltan las diferencias y de repente los inmigrantes se vuelven todos criminales o incluso sospechosos de terrorismo.
La gran ilusión es creer que estos problemas no nos afecten porque estamos en nuestro país y que los inmigrantes, en fin, quisieron ponerse en esta situación, arriesgándose en un barco para llegar a nuestras costas sin pedirle el permiso a nadie.
¿Quién alimenta esta ilusión? Los conocemos bien. Podríamos definirlos como “engañadores sociales”. Se trata de todos aquellos que, jefes de gobiernos o de multinacionales, no conocen para nada ese principio fundamental que está en la base de toda convivencia civil: la “reciprocidad”.
Los conocimos en los siglos pasados cuando, para enriquecerse, estaban dispuestos a colonizar continentes enteros y esclavizar millones de seres humanos. Los conocimos el siglo pasado cuando, para nutrir su insaciable sed de poder, humillaron, encarcelaron y mataron a millones de personas. Los conocemos bien hoy mismo, cuando, para incrementar sus cuentas bancarias, niegan decididamente sus derechos a los que huyen del hambre o de la guerra, para poder luego explotarlos pagándoles unos pocos euros por día de trabajo.
Hoy en Italia estos engañadores también están en el gobierno. Por un lado tratan de confundir al pueblo italiano presentándose como los que cuidan de su seguridad, pero por el otro lado amenazan a los inmigrantes y tratan de anular todos los derechos conquistados por los trabajadores italianos para facilitarle la explotación a los que detentan el poder económico-financiero. De manera que los que ejercen la violencia económica ya no discriminan: todos, sin distinción de sexo, edad, religión, raza, opinión política, van a ser explotados lo más que se pueda.
Es por eso que “yo soy el próximo”. Porque ya no importa de que parte me pusieron los acontecimientos. Lo que importa es que se comprenda que no fue el fruto de una elección mía el hecho de haber nacido y vivir en un país o en una familia acomodada, así como no es fruto de una elección mía el hecho de haber nacido en un país pobre y que me toque dejarlo para ayudarme a mi mismo y a mi familia. Por esta simple observación no hay nada que pueda justificar tratar al otro de una manera en que nunca quisiéramos ser tratados.
La campaña “Yo soy el próximo” nace del tema de la discriminación pero no se puede detener solo en ese tema. Es una campaña más general, contra la discriminación y para la no violencia.
¿Por qué la no violencia? Porque no es indiferente el método con que se quiere ir mas allá de la violencia. La violencia es el muro que no se derrumba con más violencia, es un muro que se puede sobrepasar. Es un muro hecho para resistir a los ataques violentos, pero que nada puede en contra de quienes no lo quieren derrumbar sino sobrepasarlo. Solo la no violencia puede lograr esto porque ser no violento no solo quiere decir que no se ejerce violencia, sino que también quiere decir que no se la tolera.
Innumerables veces se ha tratado de vencer la violencia con más violencia. Por ejemplo, ¿qué hemos ganado invadiendo primero Afganistán y luego Irak, como respuesta al atentado del 11 de septiembre a las torres gemelas? Después de 7 años solo podemos contar miles de victimas inocentes y registrar el fracaso total de la teoría de la exportación de la democracia.
Es evidente el resultado, nos encontramos en un sistema todavía demasiado injusto y violento, donde siempre hay algo más importante que el ser humano, donde todavía hay seres humanos por debajo de otros. Ha llegado el momento de pasar de la prehistoria a la historia. La violencia es obsoleta.
Como seres humanos del siglo 21° ya no estamos más dispuestos a creer que la violencia, en todas sus formas, pueda derrumbarse a si misma. La violencia no es capaz de anularse a si misma.
Esto se demuestra observando la ineficacia de un acto violento como es el de encerrar en un centro de permanencia temporal a personas que no han cometido ningún crimen, sino que les ha tocado huir de su país porque eran victimas de la violencia económica.
Es la misma violencia e ineficacia de la vergonzosa “Directiva del Retorno” aprobada por la UE, que obligará a numerosos inmigrantes a la repatriación luego de haber arriesgado sus vidas en un barco y haber pasado meses en un centro de permanencia temporal.
Una Unión Europea tan poco acogedora hacia seres humanos que necesitan ayuda, pero tan generosa para acoger cientos de cabezas nucleares en su territorio. Es cierto que la violencia a menudo se acompaña de la estupidez.
La campaña “Yo soy el próximo”, entonces, debe ser acompañada por una campaña general para la no violencia como única alternativa válida a la violencia, como única posibilidad para pasar de la prehistoria a la historia. Nos damos cuenta de que no es más eficaz luchar para la superación de una sola forma de violencia, como lo es por la discriminación. No se llega a la raíz del problema. No se lograría explicar por qué personas ya discriminadas económica y socialmente descargan, por ejemplo como ha pasado en Nápoles, su violencia contra un campamento de nómades. No se lograría comprender por qué personas ya explotadas, como los operadores de los centros de permanencia temporal, pueden entretenerse en distribuir carne de cerdo a los inmigrantes de religión musulmana, como ha pasado en Turín. ¿Qué viene antes? ¿La violencia racial o la económica? ¿La violencia religiosa o la psicológica? No hay antes o después en realidad, solo hay una simultaneidad de varias formas de violencia donde el denominador común es que se vuelve objeto al ser humano.
Esto es lo que quisiéramos decir con esta campaña para la no violencia: nadie más debe volverse un instrumento de otro. Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro.
Centro de las Culturas:
http://centredescultures.org/index.php?option=com_weblinks&catid=15&Itemid=23
http://centerofcultures.info//index.php?option=com_frontpage&Itemid=1
http://www.centredescultures.org/
http://www.ciumundo.es/
http://www.centrodelasculturas.org.ar/
http://www.centrodelasculturas.cl/
http://etnie.org/cdc/
http://www.cultures.it/
http://www.dialogo.org/
http://www.centrodelleculture.org/
http://www.web.net/~humanist/cc/main_page.html
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